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Carlos Alberto García González e Ivett Bermea de García |
Carlos Alberto García González e Ivett Bermea de García
han construido un matrimonio sólido conscientes de que la base de la sociedad
es la familia.
“Hasta el día de hoy hemos sembrado la semilla del
esfuerzo y vamos a seguir
haciéndolo, pues tenemos muchas ganas de continuar
trabajando”.
En esta época de reflexión y unión familiar, los agentes
aduanales Carlos García González e Ivett Bermea exhortan a los matamorenses a
no perder la fe y tener la esperanza que el 2018 será un año mejor para todos.
Carlos, originario de esta ciudad e Ivett, de Nuevo
Laredo, estaban destinados a ser pareja.
Se conocieron cuando ambos estudiaban la carrera de
Contador Público en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Monterrey. Y mientras cursaban el quinto semestre se llevó a cabo un simposium
al que acudieron y donde se marcó un parteaguas para su relación.
Al graduarse y después de compartir tantos momentos
juntos, ninguno de los dos quería separarse, pues Carlos regresaba a Matamoros
e Ivett a Nuevo Laredo.
En un momento dado él confesó: “Yo te quiero tanto que un
día te voy a pedir que te cases conmigo”, ella estaba emocionada mientras sus
amigas se reían de la situación.
“Nos llevábamos tan padre como amigos, que teníamos miedo
de ser novios, pero el último año de la carrera me pidió que fuera su novia y
dos meses después de graduarnos nos casamos”, comentó Ivett.
Con 23 años de casados con tres hijos Carlos Alberto, Natalia y Tania,
quienes representan el motor que los impulsa a trabajar arduamente, aunque esto
conlleve la ausencia de alguno de los dos por algunos instantes y los hijos
comprenden.
“Nuestros hijos están conscientes de que no podemos estar
en todo, no porque andemos de vacaciones, sino porque estamos trabajando. Y lo
hacemos no sólo para dejarles un mejor futuro, sino al entorno que nos rodea:
la comunidad. Pero definitivamente todo lo que hacemos es pensando en familia,
ya que su opinión cuenta, pues no puedes hacer algo sin el apoyo familiar”,
afirmó Carlos.
Este amor por el trabajo es un valor que tanto Carlos
como Ivett tienen muy arraigado, gracias a la educación que ambos recibieron de
sus padres.
“Esta pasión por trabajar la traigo en la sangre desde mi
abuelo materno, Benjamín González Padrón. A pesar de que estudió sólo hasta
segundo año de primaria, logró ser un hombre muy exitoso en los negocios. Le
decían ‘El burrito de oro’, pues era muy trabajador”.
“En el caso de mi abuelo paterno, Carlos García De la
Garza, era socio y chofer de una empresa transportista. Creo que si trabajas lo
suficiente y sabes hacer equipo, no tiene por qué irte mal”, comentó.
Carlos recuerda que de niño tenía el deseo de ser senador
cuando fuera grande, al mismo tiempo de que muestra una enciclopedia que leía y
donde escribió su deseo.
“Hace 37 años de esto, pero qué buena onda que un chavito
de ocho o nueve años tenga esa meta. Nunca he tenido la oportunidad de
participar para el Senado de la República, pero fui candidato en tres
ocasiones. La primera no logré un triunfo, pero en las últimas dos sí. Así que
mi sueño de chavito, porque eso era lo que me inculcaban mis papás, que si uno
se ponía a estudiar, le echaba ganas y trabajaba, algún día podría ser una
realidad.
“Tanto Ivett como yo venimos de familias luchonas, de
gente echada para adelante, no de dinero, pero sí de matrimonios fundados en el
amor, sólidos y trabajadores. Cuando me preguntan cómo me iba en la escuela
cuando era niño, puedo decir que sacaba puro diez y que estudiaba mucho para
obtenerlos y poder formar parte de la escolta. Tuve el honor de ser sargento en
primaria y secundaria, pero lo hacía porque quería sobresalir”, refiere Carlos
García.
Una anécdota que se le viene a la mente y lo pone feliz,
es cuando formó parte de la escolta en tercer año de secundaria.
“En ese tiempo mi papá era transportista y siempre estaba
viajando. Me acuerdo que cuando me tocó entregar la escolta, pues era sargento,
tenía el deseo de verlo y no llegó. Entonces cuando iba caminando a la oficina
de la dirección a dejar la bandera a la vitrina, lo vi que venía corriendo y me
llené de emoción porque hizo todo su esfuerzo por acompañarme y lo abracé. Es
una anécdota que no se me olvida, pues llegó tarde, pero llegó”, comentó.
Como buen canceriano, Carlos es un hombre que se
caracteriza por su tenacidad. Y no importa cuántas veces se caiga, él se
levanta.
“Y esa tenacidad la aplica en el negocio, en la política,
en la familia y en los hijos. Creo que al final del día si haces las cosas por
convicción y no por conveniencia, si lo haces de corazón, vas a seguir luchando
hasta que logres no solamente una, sino todas las metas que te hayas trazado”,
comentó Ivett.
http://carlosgarciagonzalez.mx/